Thursday, July 28, 2005

Llueven flores grises

Subí a ver las nubes de la tarde y me di cuenta lo grande que es esta ciudad. Desde mi azotea la tarde gris se extendía mostrándome los confines de la ciudad de México. Me pongo los audífonos y escucho las flores y me imagino que el cielo es un hermoso campo de flores grises. Flores en distintos matices a punto de llover. Del lado poniente se alcanza a ver un claro de luz atrás de unas montañas y unas torres de comunicación. El claro es el remanso o la esperanza de un próximo día después de la noche. El claro contrasta naranja con tantas flores grises. La última luz antes de las tinieblas me regala la silueta de los edificios en el basurero de Santa Fe. Falta poco y en las montañas que me rodean se empiezan a encender miles de focos amarillos. También se enciende el foco del asta de la flamante bandera de la glorieta de San Jerónimo. En lo que supongo es el cerro de la colonia Hidalgo abajo del Ajusco esta cayendo una tormenta. Una clara casi transparente cortina gris se precipita llevando todo a su paso cuesta abajo. Las calles se vuelven arroyos y las pendientes cascadas –me imagino- que la gente tiene que luchar contra la lluvia que limpia el cielo de su ciudad. Más arriba se extiende una pesada neblina que no me deja ver lo que siento.
Cierro los ojos y una gota cae en mi frente. Un pétalo de cielo moja mi cara contándome las tardes de esta ciudad. Contándome que todo llueve y todo moja en cada rincón y en cada persona. Llueven afuera las nubes amenazando relámpagos que cimbran el alma y pararrayos.
Me gusta ver llover desde mi ventana porque no me mojo. Al escribir esto siento remordimientos por las barrancas, por la gente atorada en el viaducto o por las personas que pescarán un resfriado. Siento pena por esta ciudad inundada y una dicha oculta por el cielo gris y limpio.
Llueve afuera y cierro la ventana. Ahora todo el cielo está cubierto por un manto gris oscuro a punto de tronar. Ahora pienso que ojala estés dentro de tu casa observando a través de la ventana al mismo cielo caer.

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